Soy un fantasma herido, desarraigado,
pero mi voz repite
el eco del campanario.
Vengo de siglos idos, luz de furiosa espuma,
fui una espada ciega, sangre de los cadalsos.
Siento una muchedumbre de muñecos pintando la noche
con carcajadas de colores
en un mar oculto de la luna,
Un espiral de risas gira en los abismos
como las margaritas al despertar la aurora.
Eres trompeta agreste, cardo de los cerros.
Olas de pan y espuma, vino de mil recuerdos
Voy en el mismo cielo de la verdad desnuda.
Parecen tus grandes ojos el vértigo de una flor
que me derriba al vuelo
de una canción de estrellas.
Me derramé sin pausa cuando Jacob luchaba;
fui agua de manantiales,
savia del olivo.
Es que la eternidad sostiene
el coro de los caídos
porque la madre llora
cuando bajan las almas al abismo.
E.D.A