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¡Créeme no temas a la muerte!

Sí, muere hoy para vivir mañana,
no importa si caes de lo alto,
o con un puñal te degolláis,
simplemente muere, sin más.

En el finito de la vida llora,
ríe en el inicio de la muerte,
carcajea con su chilaba blanca
con sus dientes amarillos
y su olor a tabaco putrefacto.

Corre con brazos abiertos
a este lindo encuentro
con sonrisa infinito
y corazón sin escudos,
no dudes de la muerte,
amala sin rencores
sin pasados ni presentes.

¿Oyes bien?

Aprecia ese instante
en el que la luz se vuelve blanca,
en el que la oscuridad se derrama
dentro del olvido.

Anda sigiloso sin desvarió,
contén el frenesí y la intranquilidad,
lee la poesía del resto de la vida.

¡Créeme no temas a la muerte!