Si alguna vez algo
le tuviera que pedir a los astros,
le pediría que me transformen
en colores, para ser el rubor
que enrojece tus mejillas.
Tal vez y sin tal vez
le pediría ser la suave brisa
que sopla sin mover tu pelo
pero que te pone de costado la sonrisa.
Si los astros me ofrecieran
en mis días postreros un deseo
les pediría sin pensarlo dos veces,
ser el humilde zapato bajo de cuero
que cubre y protege tus pies chuecos.