A Bertoni, quién volvió a abrir las puertas
De lo que pareció estar eternamente cerrado
Dos montes sobre el plano, una figura
Invocando hipnóticamente mi percepción
Soy todo allí sentidos como rara vez
Lo he sido durante alguna tarea carente
De sentido, aquí mi aleph, se juega el mundo
El lugar único, la periferia conteniendo al centro
Donde convergen todas las contradicciones
Y estallan y se unen en dos
Órbitas, sabrosas y pareciera
Que la belleza fuera el fin último
De la existencia. Agradezco este terruño
De visión, esta puerta abierta
De la eternidad por 5 o 7 segundos
Está comunión en mi principio
Y fin, el mantra rezo y me muevo
A su ritmo, ¿Ese trasero
Que le puede envidiar al mismo sol?
El ser efímero, pero el astro moribundo
Saturará un día su fulgor y de golpe estallará
Ese anónimo trasero no, venido del paraíso
Perdido en algún callejón oscuro de la ciudad
Al doblar la esquina irremediable
Mente desaparecerá para siempre
Y nunca volveremos a encontrarnos
O reencontrarnos en esta experiencia de flujo;
El tiempo muere, el mundo muere, esa belleza no
Yo me desvanezco ahí al mirarlo
Y soy solo trasero por un instante
Eterno, soy solo belleza
Y aunque ya se va, mi deseo
Sería irme por siempre allí adentro
Tan feliz como quien se lo acaba
Ya de tirar