\"Arde mi mente de tanto pensar en ti/ y mi alma de tanto soñarte,/ arden mis labios por los besos que te di,/ pero más por los que estoy por darte\".
Quiero ver tu blusa para mí muy abierta,
que dejes tu espalda libre, ya descubierta,
que cierres tus ojos y te sientas a mi lado.
No me hace falta ahora que me digas nada,
sólo que disfrutes junto a mí, así, callada,
de lo que sabemos que es nuestro pecado.
No pienses hoy en lo que es o no tu deber,
tan sólo mírame y concéntrate en hacer
lo que el cuerpo sabes y yo sé que te pide.
Deja por un momento que el deseo te lleve,
no importa si tu corazón aún no se atreve
si sabes muy bien que tu alma ya se decide.
Muéstrame ahora mujer generosa tus senos,
de ansias con mi nombre los veo tan llenos
que sería sin duda un pecado hoy no besarlos.
Puedes verme, no está prohibido que me veas,
aunque callas me dicen a gritos que me deseas
y que morirías si yo no llegara a acariciarlos.
No pienses en culpas y tampoco en inocencias,
no hagamos aquí un debate sobre las indecencias
pues creo que en verdad no deseamos ser decentes.
Vamos a amarnos con ganas, con fuerza, con furia
y que solamente aquellas ideas que sean de lujuria
sean las que permanezcan hoy en nuestras mentes.
No le lleves más por favor la contraria a tu piel
ni te prives de disfrutar por el hecho de ser fiel
de lo que tu cuerpo ya te está pidiendo a gritos.
Concédeme deseosa la mejor flor de tu jardín,
ella se marchitará si tus deseos tienen un fin
pero sabes y yo sé, que por mí son infinitos.
Quiero que te gradúes hoy de mujer conmigo,
aunque para ese pecado haya algún castigo,
y sea tal vez como es tu deseo, tan eterno;
cierra tus ojos amor sin miedo de que entren
los demonios de la envidia y nos encuentren
ya ardiendo por tanta pasión en el infierno.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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