BIENAMADA, tu piel tiene olor a manzana,
color de canela y rocío de uvas claras,
cuando en ella establezco mis claveles,
danzan alegres, en tu cuerpo, todos sus jardineros.
Tus manos trajeron del Sur la avena pura,
de la que me nutro y viaja conmigo.
Tu beso me dio la lección del viento en la arena.
Amor: tus ojos son las alas en las que vuela mi alma.
Palomas de tristeza emigran de ti cuando te amo.
Déjame descender por tus tirantes senos rosados,
hasta que, genital, salte la almendra de tu cuerpo derrotado.
Quiero ser en este remanso de tu boca en la mía,
lucero azul e inmenso que brilla en la noche,
que estando contigo aparece, de lo contrario, no asoma.