Cuando te nombro, la risa caprichosa
que nace
entre los labios desnudos del viento…
Levanta
la falda que cubre las rodillas
de la tarde
y un susurro de uñas cortadas
besa
suavemente el vuelo de las gaviotas.
Un mágico aleteo de pestañas rotas
inunda
la vagina del sueño y un laberinto
de caricias
empapadas en sal y sudor
se derraman por las blancas paredes
que sujetan
entre suspiros los capiteles de la inocencia.