Yiyou

AL CONOCERLA


Mi estricto vacío negro,
como una cueva en un laberinto,
sin sombras, pero con una oscuridad
terrible, misteriosa e inquietante.
Como un bosque tenebroso, inmenso y desconocido,
por todas las memorias unificadas,
que el mismísimo diablo,
en su estricta soledad conoció por viejo.
Al conocerla, mi barriga amaneció sin palidecer,
a la luz de la mañana, le recité versos a Dios sin saciarme,
ya que, la vida no sabe cuando muere,
 pero si al morir, que sucedió en la vida.
Y a mis manos le brotaron rosas,
para poder lograr acariciar
y  anudarme a su cuello,
y así perfumarla. Reconocí que de la nada,
todo era posible, y mis lágrimas,
se acunaron en mi sonrisa risueña sin muecas.
El escombro del presidio, que yacía
en mi barriga, se esfumó repentino,
por las calles y los bancos
de los parques, adornados
de cipreses y fresnos.
Y mi barriga volvió a sentir,
al conocerla, que estaba vivo,
recordando que los muertos nunca mueren,
porque la muerte forma parte de la vida.