Perfilo tu dermis,
su braille expresa
encanto o ruego;
tirito y sucumbo.
Sigo...sigo...y sigo....
un delicado apriete
y desprendes ambientes,
fragancias;
ambientes untados en virginidad.
Cautivas y cultivas
a una naranja con miel,
reservas la hierbabuena.
Derrites sabor a hogar,
mantequilla que resbala
sobre el tricolor de la tostada,
crujiente,
blanda por dentro;
mordemos a una vez los dos;
y este bocado,
da setenta.
Cada pisada rebosa,
hace rezumar
con su goteo...
elixires!
sustancias,
éxtasis consensuados,
sensuales movimientos.
Sin estilismos
se puntean detalles.
Los dedos,
mis manos,
tus pies,
pincelan y absorven,
dibujan remedios.
Son deletreos
góticos, lineales,
sus finales...bailes mortales;
la percusión,
repiquetean.
La vereda se estrecha;
entre acantilados
llenos de cojines
se conforma la alameda.
Almohadones desgarbados,
como altar
El santuario sagrado
escalona sin matemáticas las velas,
que auguran, apuran,
desvisten y desmienten:
a las distancias.
Los extras cercanos,
son labios sedientos,
carnosos;
cazadores de humedos besos.
El espontáneo ritual,
perplejo de asombro,
frota invisibles lamparas
y fibras;
se condensan deseos,
demandas
y en una pausa.......
................
alentadora
aahhhhhhhhh!
se desvelan
crispeantes misterios.
Maestros en la ceremonia,
regiran el aire con su batuta,
chispean valses y sinfonías,
adagios, oberturas;
se abren los sentidos
siguiendo la lectura
aposentada sobre el atril;
la intuición no dispone de mesura.
Lociones y cremas,
suavidad;
los brillantes mechones,
son tizón lustroso,
revolotean desenvainando,
como espada me cosquillean,
cada uno de tus cabellos.
Somos merecedores
de embriagarnos pendulando,
estremeciéndonos en la libertad,
de estos momentos.