De contentos el alma se extasía
cuando ve que está cerca la esperanza
de volver a mirar la luz del día.
A Dios gracias se da por la templanza,
por la paz que serena la conciencia,
por la luz que da el toque de confianza.
Por la gracia que colma de sapiencia
al galeno que a pulso y escalpelo
le devuelve la luz a la existencia.
Una nube se cruza como un velo
en la comba infinita de la mente
que oscurece de plano el hondo cielo.
Estelluelas se aprecian tenuemente
que en su fondo impoluto son la cumbre
en un mar que de luces es la fuente.
Pero en medio de tanta incertidumbre
sólo Dios el sendero lo ilumina
con sus luces de amor que es otra lumbre.
El galeno en la mesa, bien termina
su luciente tarea que de abrojos
y de sombras cubrían la retina.
Y de pronto un milagro, los despojos
de las cuencas son sombras destruidas,
el galeno readapta aquellos ojos.
En momento solemne que decidas
te florecen dos soles en el acto:
dos milagros en luces convertidas.