En ese transcurrir de los días, esos que pasan sin clemencia,
estaba ahí Celestina, tranquila, sosegada y con asertiva paciencia.
Dándole tiempo al tiempo,
agregándole segundos a los minutos,
minutos a la hora,
y por horas meditando como ejercer su magia,
darle un toque de vida aquellos que están lejos del habla sensible,
esos que no sueñan despiertos.
De los que caminan por los senderos sin el cruzar de los dedos,
los que huyen de besos furtivos y cautelosamente se esconden,
evitando el dolor que deleita.
¡Ese que nos hace soñar despiertos!
Más Celestina, contra todo argumento y más de una manifestación,
despliega sus alas, escoge dos almas,
designa su magia, emprende su vuelo.
Los une en invierno, los acopla en verano,
los ratifica en primavera,
y en otoño los hace un aliento,
Dos almas en una,
un alma que ya forma un gran sentimiento.
Sin embargo Celestina, no conforme con aquello,
los une en sus letras,
los proclama en canciones,
para que ellos entiendan qué estaban sus vidas destinadas a unirse en aquel encuentro.
Lejos de temores, extirpando las dudas,
aglomerando lujuria, siempre al matiz del dolor que deleita en aquellas almas que sueñan despiertas.
Ya cumplido su encargo se dispone Celestina a soñar despierta,
para que tal vez, y por esta vez sea a ella,
qué contra todo argumento y más de una manifestación...
las alas aquellas le designen algún corazón.
LoreCruz
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2017