clarazuccaro

Diluido

Antes de agarrar el lápiz
no recuerdo qué tendría,
de seguro la desesperación
de no saber cómo andar distraída.

He descubierto el reloj que no penetra
la forma en que me muevo por el espacio
el vacío existencial de mi calvario.

No hubo deber en ninguno de los trazos,
tan sólo la sed
de saber que me quedaría allí un buen rato.

Me es inevitable no prestar atención al acto
que me dejó olvidando los aparatos
los hombres
las instituciones
las voces.

He descubierto el romance
en el preciso instante en que mis dedos
se dejan llevar por el deseo,
a veces la muerte 
del acecho por haber dicho lo suficiente.

Pero no es preciso,
de algo hay que leer
para no ser uno en contra suyo.

En mi caso,
el arte ha de ser el retraso
de lo que no he querido hacer
por deberle al mundo el trato
en el que lo pueda comprender.

No es mi culpa que tus formas
no hayan sido correctas en mi percepción
a mi manera de ver que todo
tiene mucho para ser.

En mi regazo el arte es acaso
no más que todo lo que he podido recordar
por dejar que su inmensidad
me encuentre en un nuevo lugar
en el que lo pueda intentar.

El arte es para probar 
que todos somos una ineludible forma de nacer
para entender otra manera
de poderlo saber.