Miro tu cuerpo, es la luz que se va
y una nostalgia se impone.
Se precipita el sol, en deseo de amor
de unos ojos que aprecian el ocaso,
tus miradas últimas a un rostro muerto
de lo que es el hombre sombra
y me preguntaras: ¿Quién eras tú?
Yo ante el ocaso eterno, sí,
tu ausencia, tu presencia nunca,
inminente la noche del sueño
ese amor que es verdadero
cuando tu luz se queda,
porque cuando cae el sol
estas tú en el día eterno del alma.