Sólo tengo por tesoro
en mi vejez aun el niño
que desafiando a los libros
del cielo robo su luna.
De los jardines a algunas
de las rosas con espinas
dejo que a su corazón
le grabaran una herida.
Esclavo de su sonrisa
él al mirarme de lejos
me dice no tengas prisa
que yo a tus penas destéjo.