En esta tarde plomiza,
afloran a mi mente,
aquellos felices momentos,
cuando caminábamos senderos,
vestidos de alegres colores;
aprisionando primaveras,
envueltos por el canto del ruiseñor,
que rompía el susurro del viento,
elevando sus tonadas a las estrellas,
que titilaban de alegría,
iluminando nuestro encuentro.
Suspendidos en plácido vuelo,
vimos pasar, ligero el tiempo,
soñábamos entre nubes de algodón.
Listones azules,
envolvían nuestras ilusiones,
que apasionadas fueron
quimeras de ensueño,
semillas de amor, que crecieron,
en nuestros corazones.
Mi alma, fue velero de la mar,
mecido por suave viento,
y llevado por el ritmo de tu marea,
formando claras estelas,
que fueron huellas de ternura
que se marcaron con nuestro pasar.
¡Fueron momentos de ventura!
En esta tarde plomiza,
cargada de otoños,
se sueltan sueños cautivos,
vuelan como blancas palomas
perdiéndose en el cielo.
Gracias a Dios,
existen todavía los senderos,
vestidos de alegres colores,
donde sembramos sueños,
y con el canto del alegre ruiseñor,
seguimos forjando ilusiones,
alimentando quimeras,
convertidas en aquellas canciones
que se repiten otra vez.