Oye me pasas un papo,
¿queres una mamadita?
déjate algo, no seas mamón,
o vení a mamar esta
En la esquina formada
entre calle indiferencia
y avenida las estadísticas mandan;
encontrarás una mirada escondida
entre unas telas de araña,
lagañas, lágrimas…
y si pones atención
uno que otro espermatozoide;
lleva tras de si
y le persigue como huella
un penetrante olor
producto de la combinación
de sudor, orina y otras secreciones,
propias o ajenas, la tierra donde se revuelca,
la lluvia con que se baña;
todo lo cual genera una peculiar fermentación
de esas que la alta alcurnia rehúye
y los periódicos niegan
Va pescando una moneda
con que hacerse de una piedra,
una línea de coca es demasiado para ella;
quizá un purito de marihuana,
o al más no haber un chupón de thinner o pega
Levanta las colillas de la acera
mientras insulta a quien al botarla la patea;
uno o dos jalones a la brasa,
el consabido golpe
para recrearse con las hileritas de humo
que desde su desdentada boca
se van izando pretendiéndose nubes
No le importa al mundo
¡ni el mundo le importa a ella!
la gente solo es un medio
para conseguir monedas
que le patrocinen
su ya permanente inconsciencia;
es consciente que nadie regala nada
y por lo cual regatea
con sus favores sexuales;
duerme donde el sueño la somete
y come, cuando tiene hambre,
lo que a su alcance encuentra;
no atiende a los conceptos estereotipados
de pudor, propiedad privada,
orden, decencia
y otras tantas hipocresías con que se nos amarra
Desapareció del radar social,
no tiene nombre ni dirección,
no paga impuestos,
no tiene facebook ni whatsapp
no tiene seguro,
ni previsión social;
por eso no les interesa
ni a políticos
ni a las franquicias de marketing,
pero siempre le veras con una sonrisa
pues al segundo de ultrajarte
te extiende la mano,
te tira besitos
suplicando le dejes
aunque sea centavitos
Como el pajarillo es parte del paisaje,
como un perro callejero,
que habiendo nacido
para las vitrinas, los escaparates,
un puesto de trabajo,
rigurosa rutina,
violaciones complacidas,
para tener estatus
para tener familia;
renunció a todo
y se vino a esta esquina
donde cada que paso
le veo, la contemplo,
y mientras los vecinos
le escupen, la corren,
la golpean… resumiendo ¡le temen!
Mi conformismo,
disfrazado de deber y de fe,
remojado en pretextos
y sazonado en excusas
le expele toda mi envidia
en un furtivo y forajido pensamiento:
¡quisiera ser como ella!