Dos crujientes galletas
y una taza de café
tenían amistad perfecta,
eras amigas las tres.
La galleta de chocolate
le dijo a la de vainilla:
“sin que el café se percate
juguemos a las escondidas”.
La galleta de vainilla
cambiando de parecer
quiso jugar a la piscina
bañándose en el café.
De pronto, quietud absoluta,
no se escuchó nada más,
y ya muchos se preguntan:
¿será que hubo enemistad?
Espero que nadie se sorprenda
si yo les cuento un secreto:
mi hijo ayer en la merienda
se comió todo completo.