El susurro de tu voz
Insiste su paso en mis oídos,
Me exclama y me obliga
A escribirte, a pensarte.
No son mis dedos recibiendo órdenes
De mi razón los que te hablan.
Son los momentos vividos,
Motivados por un último y delicado suspiro,
Los que trazan estos sentimientos
En forma de letras.
Te vi sonriente, allí, aquel primer día.
¿Recuerdas? ¿Recuerdas la emoción que nos sacudió
Al saber que nuestro encuentro sería real?
¡Vaya sentimiento! Justo ahora lo recuerda mi piel.
¿Recuerdas cómo lucía?
Yo sí. Estaba increíblemente nervioso,
Reflexionando cada palabra
Para captar tu atención y parecer más interesante.
¡Te quería desde antes!
Ahora, ¿Recuerdas lo que vivimos después?
¿Recuerdas cada uno de los días juntos
En los que, muy temprano, nos acompañamos para saciar
nuestra necesidad de vernos?
¡Extraño aquel tiempo!
Verte bastaba para incorporarme y enfrentar
La rutina sin mayores complicaciones.
¿Recuerdas nuestro primer beso?
¿Lo recuerdas, amor mío?
No hubo día con mayor gloria
Que aquel soleado día.
Explotaste en mis labios
Con un bagaje de sensaciones dignas
De cualquier novela contemporánea.
¿Recuerdas nuestros furtivos encuentros?
¿Recuerdas la euforia que ello implicaba?
Sonrío cínicamente al traer esos momentos a nuestra memoria.
Siempre es necesario una buena dosis
De vesania en un idilio sincero.
Eso lo sabíamos mejor que nadie.
O si no ¡Cómo olvidar aquellas actuaciones
Que sólo en nuestras mentes se podían concebir!
En fin, son bastantes acontecimientos
Que recuerdo, que añoro.
Sé que tú también los recuerdas,
Recuerdas todo aquello
Que hace falta por poner en manifiesto
Mediante este texto
Pero que llevamos en nuestro interior.
Infortunadamente, sólo podemos limitarnos a eso,
A recordar.
¿Qué nos sucedió?
Nuestro amor enfermó. Se inclinó hacia el olvido.
Temo que el sentimiento seguirá vivo
Sólo en nuestra melancolía.
Y para que conozcas lo que hay en mí,
Lo que quiero expresar:
Todo esto sí me duele.