Alberto Escobar

Eva

 

Para mí la filosofía es una forma de escribir.
Judith Butler

 

 

 

 

Adán y Eva. Dichosos en la inopia.
Brincar y retozar como corceles rellenos de dicha.
Vivían al margen de fobias, enfermedades, calamidades.
Ignorantes de ser la epifanía primordial de nuestra especie.
Inocentes ante la maldad que acecha.
Fue Eva quien cargó con la culpa por dejarse llevar.
Fue Eva, la que surgió de una costilla dorada de Adán.
Adán y Eva como engendradores de la cumbre de la
existencia sobre la Tierra.

Adán hombre, Eva mujer. El sexo no existe, es un constructo
cultural, un hombre debidamente hormonado se convierte
en mujer y viceversa.
El género, es evidente, ya lo sé, es otro constructo social.
No es preciso explicaciones.
Hablar de personas, no de sexos ni de géneros.
Hablar del contenido, no del continente, que, como en los
productos que compro a diario, puede ser modificado según
las tendencias del momento.

Mirar a los ojos, hombre y mujer frente a frente.
Ser lo mismo con dispares dibujos para que encajen
cual fichas de un puzzle llamado humanidad.
La mujer dentro, el hombre fuera, ¿Por qué?
Si somos lo mismo con diverso formato, ¿Por qué yo encima
y tú debajo, quién lo manda?
¿Por qué la maternidad, que preserva a nuestra especie de la
extinción, somete en vez de enaltece a quien la protagoniza?
Cuando desaparezca el género seremos libres, seremos uno.
El sexo no podrá desaparecer porque hasta ahora, y no se
vislumbra otro, es el único vehículo de reproducción de que
disponemos.