A la orilla
las montañas temblorosas
manchas blancas musicales
verdes retazos se movían.
Un tenue alelí se refundía
en el suave amarillo madreselva.
Ligeros círculos cribaban en desorden
las fértiles montañas, cítricas
que, en tu belleza,
en tus encantos refundían.
Allí fuimos juntos en esencia.
Allí dejará de sonar la cascada
cuando la parca llegue a mi morada.