Y me quedé dormida dulcemente
en la noche de amor de tu mirada,
esa mirada tuya que insistente
me borda de te quieros la almohada.
Y desperté a la aurora, estremecida
bajo la fina lluvia de tus besos,
pues, ella es para mí, fuente de vida
y me cala su amor ¡hasta los huesos!
¡Que se pare el reloj en este instante!
Que quede suspendido este momento...
¡Que quiero para siempre ser tu amante
y morirme de puro sentimiento!
¡Y, cual hiedra rodee mi cintura,
tu fuerza, tu pasión y tu dulzura!