Tú y yo encontrándonos;
las bocas tullidas del alfabeto perfecto
la lengua muerta que recae en tu acento.
Tú y yo callando convencionalismos;
en el fruto deslindado de tu pecho,
a las puertas del cielo
-donde el infierno cabe-
donde los escépticos de las pieles
son patriotas de nuestros suspiros.