Ariello

Mi gran panteón (9 x 9)

 

Flotando en el aire del cuarto

de algún miserable hospital,

observo en mi cuerpo un infarto

y al médico hacer el reparto

de acciones que alivien el mal,

le pide a un galeno señal

pero un imprevisto resulta

no hay tiempo de hacer la consulta

se acerca el momento fatal.

 

Mi cuerpo se queda tendido,

de pronto, en el duro colchón,

por siempre se queda dormido

ya no hay ni en su pecho un latido

que anuncie vital situación,

vislumbro la buena intención

que tiene el doctor al momento,

destripa mi vientre, yo intento

ponerle, al instante, objeción.

 

Se llevan mi cuerpo relleno

y en vez de perfume formol,

mi espíritu sigue sereno

flotando en la atmósfera en pleno

mirando desde un arrebol

la pinza y jeringa en charol,

después del tenaz descalabro

asisto al velorio macabro

allí en una puesta de sol.

 

¡Qué escena! entre cirios un muerto,

hoy todos destacan virtud,

y nadie me lanza un entuerto

pues todo lo malo es incierto

no hay viejo si no senectud,

es esta su gran actitud,

en tanto se siga el velorio

no infierno si no purgatorio

metido en mi buen ataúd.

 

 Van todos allá al camposanto

orando con gran devoción,

que el muerto no se haga un espanto

le piden a Dios, por lo tanto,

le dé la postrer bendición,

¡qué olvido!, ya no hay oración,

hoy yago metido en la fosa

tapado con esta mi losa

que adorna mi gran panteón.