Están los amaneceres, la tarde siendo ansiedad
De las horas, la noche que me resigna al desamor o
A la tristeza. Están las semanas repartiendo
Su monotonía y los meses y los años.
Está esa última cifra del destino aguardando mi llegada.
Esta la soledad siendo la patria y el exilio de cada instante
y cada pensamiento.
Está la no necesariamente desdicha de haber querido
A alguien.
Están tus ojos en la forma terrible del recuerdo.
Está el amor siendo una espada que intento romper sobre las rocas,
para que el enemigo que me da muerte no se quede con ella.