La música se deja escuchar suavemente en el jardín, alguien se acerca a la mesa, le saluda gentilmente, le extiende la mano y la invita a bailar, lo mira ligeramente y acepta mientras caminan de la mano, fluye nuevamente la química que los envuelve una vez mas en la pista del baile, ahora entre sus brazos el secreto de sus miradas entrecruzadas arden en el aire, irradian y pregonan un amor que los devora. Al día siguiente totalmente a solas, percibe el aroma entre sus sabanas, y acaricia su cuerpo entre un cálido deseo que no le abandona. Revive los besos que la dejaron sin aliento. Ahora la péndula marca lentamente las horas, y vuelven amar entre gotas de sudor que deslizan por su piel y transpiran a través del cristal de la ventana.///
Y la vida continúa …