El azul siempre fue nuestro color,
tú lo volviste gris.
Y yo nado en un mar en el que el cielo ya no se refleja.
Te amo.
Mi almohada se cansa de escucharme susurrar tu nombre dormida,
ojalá mañana no.
He quemado mi vida llorado, esperándote.
Al final entendí que no es necesario pistola,
basta con que las manos que ayer te tocaban, hoy no quieran curarte más.