Me he prometido a mi mismo,
escribir un poema diario,
pero a estas alturas es un calvario,
como ponerse al filo del abismo.
Lo mejor es olvidarlo viajando con el pensamiento,
visitar lugares conocidos y desconocidos,
pueblos, monasterios en ruinas o reconstruidos,
dejarse llevar por el deseo, sin nigún mandamiento.
Conocer la tierra donde habitas,
es una suerte única,
sabiendo sus males ya no te irritas.
Gozaste y sufriste cada rincón,
te imagináste desnudo sin túnica,
porque notáste un vuelco en el corazón.