Pudiendo elegir la serena meseta,
Se lanzó al abismo de la sombra espesa.
Pudiendo elegir jardines la mariposa
eligió los cardos nacidos entre las rocas.
Pudiendo elegir la mariposa
el azul del cielo y la blanca rosa
eligió los oscuros musgos de una fría poza.
Y pudiendo, pudiendo
elegir el limbo, la mariposa eligió el infierno,
donde quemó su ropa.
Ahora queda apenas
El polvo brillante de sus alas bellas
Y las lágrimas mías con que enjugar sus penas.