Sumergida en lo más profundo
la arena golpea sus adentros
duele en un silencio agonizante
abanico en campos de algas
la vida que sobrevive en su belleza;
¿ qué tanto golpeas su corazón para con su sangre hacer que brille la gema?
Nácar de sueños dormidos…
y en despertares quietos
los días que trascurren
impávida mirada de los peces
que van y vienen;
dolor siente la ostra
en su interior se forma la perla
que llora envuelta en nácar…
nácar que brilla y asombra;
sentimientos
un destino
y un cuerpo inmóvil
ante tanta soledad;
las perlas lloran en el mar
cubiertas por montañas de arena
el cielo es tan distante
y la nada se acerca a la muerte
como la soledad del entorno
y el negarse a la imaginación
de la vida.
Duele la perla en llanto…
y llorando brilla envuelta
envuelta en nácar.
Eduardo Antonio Taborda