Si vienes a buscarme a las cinco de la mañana,
Puede que despiertes a la manada,
la manada de mis dudas, de los besos
que no nos dimos, a los brazos
que dejaron de envolvernos,
de las caricias que nos dimos,
de los reproches que repetimos,
de los adioses inacabados.
Si vienes a buscarme a las cinco de la mañana,
habre vaciado de dudas la cama,
Para llenarla de los besos que quiero darte,
de las ganas que tengo de tocarte,
de los futuros en los que acabo de inventarte,
de los ecos del unico verbo que se me da bien
<amarte>.
Si vienes a buscarme a las cinco de la mañana,
ven desnudo de miedos y de <peros>,
ven con la boca cargada de < te quieros>.
Si vas a venir a buscarme, no vengas a las seis,
porque quizás ya sea demasiado tarde.