Viernes por la noche, la gran ciudad estaba a punto de abrir los boliches (yo los odiaba pero había tenido un mal día, y solo quería distraerme) salí sólo ya que mis amigos y amigas estaba en otras cosas (Cuando yo quería salir nadie podía, cuando yo no podía todos estaban libres, ¿que mala suerte no?)
Ya adentro me acerque a la barra pedí uno de esos tragos fuertes que tienen nombres horribles, quise invitar a bailar a una mujer que estaba sola, pero me daba vergüenza (aun no estaba lo suficientemente ebrio) cuando vuelvo a pedir otro trago me encuentro a una compañera de la facultad, Emilia se llamaba, había hablado varias veces con ella, era muy buena onda:
-¿Estas solo?- me preguntó
-No, mi vaso me acompaña- contesté.
-Bueno cuando termines de bailar con tu vaso, veni conmigo, estoy con unas amigas y dos chicos más- me comentó
-¿Son lindas?- pregunté
- Son como yo- me dijo
-entonces paso, no mentira es broma, déjame terminar esto y voy con ustedes- le respondí.
-Dale te esperamos- y se fue riendo.
Apenas mi vaso quedo vacío, me acerqué a Emilia y sus amigas, una más linda que la otra, bailamos hasta que cerraron el boliche, pero ninguno quería terminar el enfieste, así que fuimos a un after en el auto de mi compañera, ya ahí seguimos tomando, empezamos a brindar por cualquier cosa con tal de meter otro trago, Empecé a escuchar como Emilia se largó a llorar, se había acordado del ex.
Salud por la despechada dije, y metí otro trago.
De repente se escucha un grito, -Es la policía- gritaron desde la multitud.
Salimos como pudimos del lugar, La melancólica borracha y dueña del auto arrancó y desaparecimos rápido del lugar.
Solo quedábamos 5, Emilia, dos de sus amigas, un tal Mario y yo, estábamos en plena autopista y de repente vemos un control policial,
-estamos en problemas- dijo la enfiestada conductora, estoy ebria (si me di cuenta, en realidad todos lo estábamos) ,
y no tengo carnet de conducir-. Agrego
-Vaya suerte la mía- pensé.
Mario sugirió que demos marcha atrás para que podamos tomar la otra carretera, cuando de repente nos sacudimos como en una turbulencia de avión, habíamos chocado con la banquina.
-Se pudre todo, vamos a parar en la comisaria- pensé.
Pero no, Emilia logro meterse entre dos colectivos, y zafamos.
Querían ir a la casa de una de sus amigas a continuarla pero yo no iba a arriesgarme a chocar de nuevo (o caer preso, había sido suficiente acción para mí) me dejaron a unas cuadras de casa y se fueron.
Lo gracioso es que no fui con ellos porque no quería terminar chocando o caer preso, y yendo para mi casa, choque contra un auto estacionado (aun seguía mareado y estampille de frente) y ya a dos cuadras cerca un patrullero me ve, y adentro, por estar borracho. (Puta Policía, afuera habían asesinos, violadores, políticos o los tres en uno y me van a arrestar a mí, vaya noche).