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Soñé que te diluías toda entre mis brazos,
que se evaporaba tu sonrisa
una vez más sobre mi rostro,
que tus miradas perforaban mis pupilas
para llegar al epicentro de mi universo,
que allí germinabas como entonces
y florecía nuestro amor
nuevamente en nuestros cuerpos.
Sin embargo,
aunque te encuentro por las noches
mis caricias no te alcanzan,
y las distancias me atormentan como un sueño confuso
qué darían mis manos, por encontrarte nuevamente!
qué daría mi alma, por sentir que no te has ido.
Fugitiva eterna como el viento
década entera de mi corazón absoluto,
el recuerdo es tan duro como la tristeza
y esta soledad tan triste como mis silencios.
Pero si ha de compensarme alguna vez el universo
que me compense con la primavera de tu presencia,
qué importa que sea sólo por un día
si en aquel día,
justificaré el resto de mi existencia.
Valentino Malatesta