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Hoja blanca en el despacho y en el escritorio,
¡es el papel¡,
y cansado de escribir en aquello,
que se llama papel,
expreso en amatorio;
y en un tiempo,
y en cuestión de un segundo,
esta arrugado,
y sin más, que ser complacido,
quedo anonadado,
de tanto que pierdo la musa voladora,
y sin ser atrapada,
sin ser arrollada en un papel,
que tiene mi tinta ardiente;
¡es el papel¡,
que con espumeo voy escribiendo,
y dejando todo al saber,
y es imperceptible contender,
aquello que se llama expresión,
y nunca refutar la calidad ambientando,
en papel clandestino,
de aquello que es el destino,
y sin saber que en el papel se borra todo aquello,
que no deseas en el,
por el tiempo aquel,
en que se gana,
lo que se perdía,
¡¿un papel estrujado,
y en el suelo?¡,
con letras posibles y tan prohibido,
de ganar lo que creía perdido…
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