Ya no tengo tanto castigo,
ni rompo vasos a mi paso.
Ya no me siento testigo
de cuando veo a mi \"yo\" ahogado.
Y qué voy a sentir cuando veo,
que mis almohadas están empapadas,
que mis noches siguen en-veladas
y que mi mente entra al juego.
Ni siempre es el cuando,
ni el nunca es ahora.
Por eso dejaré hervir la olla,
porque en ella tengo que ir a nado.
Puede me queme allí dentro,
no importa, pues lo necesito;
tanto como una madre a un niño,
tanto como un abrazo a un tullido.