Era una mujer oscura y misteriosa
la dama del alba después de amoríos
buscaba respuestas atada de esposas
cruzando las calles que invaden los ríos
dormía despierta, ¡Qué cruel paradoja!
soñaba su vida y vivía sus sueños
los labios que besa de pronto despoja
y aun siendo de todos, no tiene algún dueño
las flores que toca pronto se deshojan
y la primavera le cierra las puertas
los bosques recorre descalza en las hojas
expuesta a inclemencias y piedades muertas
la ven siendo diosa después de las doce
sus lágrimas limpia y esboza sonrisas
por más que sus bailes aclamen y gocen
se siente vacía, detrás de las risas
observa frecuente el cómo la miran
con unas ventanas llenas de malicia
baja la mirada, cálculos expiran
sabe lo que sigue, tiene las pericias
ella los conduce a un cuarto cerrado
y toma las llaves del aparador
es lo mismo siempre: “te había esperado”,
“hazme lo que quieras; soy tuya, mi amor”
son algunas horas que pasa engañando
a unos cuantos tipos ebrios por euforia
entra disfrazada, su cuerpo mostrando
y al siguiente día, nada en la memoria
de niña soñaba con tener fortuna
con caros lujos y mucho dinero
la vida no es fácil, ya no hay duda alguna
momentos felices le son pasajeros
la vi sincerarse tras de aquel balcón
lloraba en silencio deseando partir
nunca había sentido perder la razón
tal como lo hice a su encuentro ir
tiene algo en los ojos que impide su brillo
la vida galopa en su mirada inerte
la vi tan hermosa correr en pasillos
nunca imaginé que fuese tan fuerte
un mustio pesar invadió mi corazón
vi sus lindas manos con los vidrios rotos
y de su sonrisa no quedaba nada
estaba apagada, muerta en un rincón
tenía en las manos un papel ignoto
que yo conocía de alguna celada
dormía en lo eterno del viejo salón
ella siempre presta para algo remoto
se fue de mis días, triste y destrozada
cuento los pedazos que fueron su alma
últimas palabras de cruenta agonía
observo la carta que dentro decía:
“todo lo que fui: la dama del alba”