Es la misma hora.
Para ti está pasando demasiado rápido y para mi está pasando demasiado lento.
Me pregunto qué estarás haciendo ahora,
posbilemente estes disffrutando de una fiesta familiar. Puedo imaginarte, te ves muy bien.
¿Te digo que hago yo? No me creerías.
Tengo un pantalón deportivo y unas zapatillas de ballet,
estoy fumando y tratando de sacarme este nudo de la garganta,
con un poco de agua y van dos tazas de café.
Desde temprano planeaba levantar todo el desastre que hay en mi habitación,
pero la realidad es que no puedo.
Entro y un recuerdo oprime mi pecho... o varios.
Mis ojos no se detienen y se cristalizan de inmediato, tienen muchos te amo que no se han querido quitar.
Te imagino besándome en Guanajuato,
y abrazándome en algún concierto,
te imagino leyendo esto,
y te recuérdo marchandote y pidiéndote que te quedes...
no toda la vida, pero al menos unos instantes.
Es verdad, soy un desastree y soy caótica.
Pero también soy esa versión de la que te enamoraste,
soy aquello que baila y brinca de felicidad al ver una carta tuya, un escrito, un gesto,
también soy esa versión sucia y abierta que conoces, que no tiene límite...
y que tampoco te tiene a ti.
Y no puedo decirlo tener, o perderte. Porque no nos tenemos y porque al irte, no te pierdo, ni me pierdes.
Simplemente volvemos a tomar nuestras vidas como anteriormente.
El problema es que mi vida perdió el rumbo cuando te conoció.
Y no te culpo. Procura siempre usar esos mil lentes que llevas por colores extraños por las calles.
No eres consciente del peligro que ocasionan esos ojos al mirarlos. Cualquiera se perdería en ellos.
Como yo lo hice... aún sin quererlo.
Imagíname. Estoy llorando ahora con notitas de papel en mi escritorio, con rayones, teléfonos, y planes a futuro individuales, en donde no estás tú, ni estoy yo.
Escribí que asistiré más al teatro y bailaré. También puse que necesitaba despertar a las 5 de la mañana y beber café y meditar y agradecer.
Por que bien tu sabes que entre mi caos y miseria, está esa parte
donde amo,
donde te amo,
donde agradezco a Dios,
y te agradezco a ti.
Te imagino. Estándo junto a mi en esa posible fiesta familiar. Estamos riéndonos y bailando, yo comiendo lo que sea que venga adentro de una tortilla y mirándote. Con ese piercing, tu peinado, y llendo al baño. Regresas y el tequila de tu papá ha comenzado a hacer efecto. Todos piden que cantas, y lo haces. Cantas para mí y me besas, y me abrazas, y estás. Estamos.
Si tuviera que arrepentirme de algo de esta relación, diría totalmente que fue el momento en donde decidimos ser nuestros... y no nosotros.
Así no tendría que pedirte que te quedes. Y así no tendrías que insistir que te vas.
- Nadia Almazán