Deja tu alma al desnudo, tal como lo haces con tu cuerpo
los placeres de la entrega, no se agotan en nuestras pieles
las vivencias sublimes, debemos respirarlas al unísono
no basta estar juntos en los gozos, si parimos tantas penas.
Comparte tus quebrantos, las lágrimas, rocemos el desvelo
hablemos de amor, distancias y reencuentros hasta el alba
sin grises arcanos que enluten la luz de la verdad infinita
caminemos el sendero hacia el horizonte, sin negros celajes.
Descubre ante mí las heridas, soy el consuelo que te urge
¡no las ocultes!, el arrullo de mis palabras portarán el olvido.
Seré el resguardo ante la escarcha de la desesperanza
guía en las encrucijadas, hallarás el norte de tus anhelos.
Confía en mi mano tendida, acerco amparo, no una daga
nadie dañará los pétalos, de tu rosa en mi jardín cultivada
preservaré los matices, el aroma, tu impoluta presencia
me inunda tu querer, tu esencia; sin ti mi existir… es nada.
Oscar A. Fernande Folguerá (Argentina)
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