Ronda en la tenebrosidad de la noche,
hechicera de inmaculada silueta,
engrandeciendo las sombras
que a su senda declara.
Integra, se viste de esplendorosa luz
y da aliento al solitario.
Enigmática alteración celeste,
dadora de oportunidades renovadas.
Muestra su creciente y blanquecina prenda
en las lánguidas y gélidas noches de estrella,
cuando la hambrienta tierra es fecunda
y el mortal afanoso.
Regocija su colmada y resplandeciente figura
en las noches plenas y primaverales de estrella,
cuando la abonada tierra es fructífera
y el individuo afanoso, próspero.
Encantada se entrega honesta al embrujo
de las crispadas noches agrietadas de estrella,
cuando la fecunda tierra fructífera reverdece
y el hombre afanosamente próspero libra.
Traslúcida y serena se despoja de sus puros vestidos,
tras el diván estelar en las oscuras
y deshojadas noches de estrella,
cuando la superficie lista para perder su hastío,
esparce su magia sobre el prójimo libradamente afanoso.
Escondiendo su paraje sombrío,
pulcra maga de la espesa penumbra,
cada noche acompaña al ambiguo ser
que habita bajo su luz,
declamando el verso que en su sangre se riega.