quisiera querer dejar de orbitarte,
pero me perseguís en los restos del té,
ardiendo en mi garganta con tu nombre atascado,
ahogándote en mi pecho al inhalar el humo del cigarrillo,
quebrándome donde se esconda el alma: en la nuca, en nuestro destino, en el esternón.
sos más dolor que ausencia.