Hoy te abro la puerta
como cuando abro el corazón
para que el viento lo sacuda
y para que estas cosas
nombradas por tí
también te nombren
se vuelvan un río de palabras
que inunden tu cuerpo y tu voz.
Después iremos a caminar
a recordar las cosas
que nunca existieron
pero que juntos inventamos.
Tal vez la tarde esté lluviosa y fría
misteriosamente sedienta de luz
virginalmente saturada de frutos sin nombre.
Tal vez nos pensemos demasiado
reconstruyéndonos en cada cosa que miramos
amándonos más en cada pensamiento inconcluso
dándonos cuenta que la ciudad nos pertenece
que su caos es irremediablemente nuestro
porque la habitamos hasta los huesos
y la odiamos con todo el amor
que tu y yo no nos podemos dar.