El cielo se estremece y abre consumido sus puertas,
lágrimas de cristal salpican los ojos del amor divino.
De la cima del mundo la mano creadora vierte su pena;
fué quien a la humanidad cedió albedrío en su destino.
Tiempo y espacio, geografía y momentos son perdidos,
se escurren entre los dedos débiles de la vida definida.
Tan rápido como profundo es rol que pasa inadvertido
cuando un solo gesto por otro hará al alma enriquecida.
De voluntad inmaterial se hizo el universo del sentido:
oír el deseo, ver la belleza, tocar la luz, degustar amor,
respirar vida; apuntar todo este mundo a otro camino
es matar en vida la vida por celebrar con negro color.
Desde la altura de lo celeste un Omnipresente tocado
mantiene por cada nuevo día la naturaleza con respiro
creyendo en el mañana será nuevo presente renovado
donde el Edén llegue a la Tierra para ser sol definitivo.