Mientras me como las ganas de una tarde de
papel
y suspiro revolcando palabras,
hundo mis manos sin asombro
dentro de los oscuros bolsillos de mi ropa.
Mientras desdibujo faldas
que hablan sin sonidos,
y los perros de la calle, como siempre
husmean recelosos de la gente
y viven su manumisión sin nostalgia,
un niño legendario
desentierra olvidos sin fronteras,
en un tiempo que dejó su recuerdo
en cometas de colores,
que al final se fueron con el viento.
Mientras el mundo se condena entre sus propias sílabas,
entre su fibra absurda,
y un pájaro pierde la libertad de su vuelo;
mientras el planeta gira
y una densa sombra de espirales
envuelve mis dientes...
Yo muero.