Adicto de tus rayas me confieso,
-maléfica nublándome el sentido-.
¡Si yo dosificara...! Confundido
divago sin razón, y pierdo el seso.
Confundo lo que pienso y lo que expreso
maldita adormidera, qué aturdido…,
paupérrimo me siento y deslucido,
sabiéndome en tus garras, yerto y preso.
Conjugo voluntad y entendimiento;
a dosis por igual me sacrifico;
mis penas y alegrías las enjugas.
Adicto a tus mandatos e irredento,
las rayas, verso a verso, justifico:
¡con fuerza, poesía, me subyugas!
Deogracias González