Al descansar mis dedos
sobre tus manos,
regreso a la quietud de sol
que entonces moría.
A la alameda que en altar de su aliento
nuestras voces mecía.
Al sosiego del río,
que entre mis pupilas
y la arena mojada nacía.
Y espero sangrando tu regreso,
frente al horizonte
donde aun me da miedo el futuro.
E impalpable, tu piel
queda resbalando por el rostro vencido
de las vidas en que te ame.
Y al inmortalizar mis movimientos desnudos
en las esquirlas de tu mirada,
la ciudad vuelta, te desvela.
Tras calles hondas y estrechas aceras,
en que tu imagen se oculta
se esconde, se vela.
Tiendo mi mano, cerrando los ojos.
Y recorremos en vilo
lánguidas plazas perdidas,
enflaquecidos puentes, desmayados patios,
esquinas tranquilas
recomponiendo nuestros inflamables aullidos
de aquellas tardes algo amarillas.
Y me atrinchéro a tu cintura,
mientras remontamos empedradas calles perdidas,
mezquitas, sinagogas,
murallas doloridas.
Que pretenden, aun, casi muertas,
seguir flotando sobre un Toledo
que dejaste descalzo.
Un Toledo
sobre los charcos de nuestra memoria rodando.
AUTORA - Merche Monroy Fernández