Me duelen las despedidas,
los otoños de las palabras,
la pulcritud del que impone,
sus hábitos hipocondríacos.
Me duele la incertidumbre,
la incertidumbre del implícito,
la muerte de las horas mágicas,
la exactitud del que espía.
Cuántas reservas tiene el aliento!
Su noche es como el día, un pensamiento
que te cerca el descanso y se guarda la prisa.
Cuántas tempestades lleva una tormenta?
Lo sólido lo desvanece y el agua escurre
hasta la única sorpresa que hoy me queda.