Se me olvidó decirte
que el amor libre no es sinónimo de indiferencia,
se me pasó comentarte
que te amé libre desde el primer momento
pero eso no significó restarte importancia
o quererte menos,
se me fue de las manos el primer “te quiero”
y no consulté tus sentimientos primero
quizás, debía esperar menos
o esperar más,
sólo sé que brotó de mi boca como canto de sirena
y el rechazo, el choque contra el hielo
fue más doloroso de lo que esperaba.
Estabas confundido
y yo no supe explicarte que te quiero
pero no como posesión
te quiero desperdigando amor a mansalva
de mi mano y de la de quién sea;
aún así predije que vos no me querías,
ni libre ni encerrada,
sólo querías un ombligo donde cobijarte,
que no está mal ni de más tener en noches frías,
pero era verano cuando te conocí
y con vos el invierno llegó muy rápido,
me tomaste desprevenida, sin abrigo y de duelo.
No llegué a contradecirte cuando me dijiste
que nos exprimíamos lo mejor de nuestro jugo,
que lo que vivíamos eran semillas para el fruto de miles de poemas,
cuando todos los poemas que yo pueda escribir,
ajenos o sobre vos,
me basta sacarlos de adentro mio,
nunca desee exprimirte,
sólo quería potenciarte,
que me potenciaras,
ir a la par.
Sin la necesidad de tu mano
ni tus labios
ni tu sonrisa
ni tus ojos
ni tu voz
ni tu sexo.
Sólo con el deseo de estar y ser juntos.
No me diste tiempo a demostrarte lo alto que quería volar,
te apresuraste a desconfiar
y presionaste dentro de mi corazón
hasta sacar palabras
que no estaban procesadas
y sentimientos forzados
que se veían deshilachados.
Hasta puede que eso te hiciera dudar más,
o te aclarara las ideas
y desde ahí decidieras
no querer a un hada más,
nunca más.