El amor que siento no me pertenece.
El amor que me aplasta y algunas veces no me permite respirar, no es mío. No sé qué me lleva a esto, aún no lo sé. Quizás sea el hecho que él tenía el corazón empapado de una lluvia ajena, cuando se acercó al charco que soy, aún sabiendo que aquella lluvia lo esperaría siempre.
Mis amores, siempre son amores de otros, y sino lo son, lo terminan siendo.
Ya las agujas del reloj de mi pecho han mermado su tic, tac... Ya no esperan mucho. Ahora el tiempo no es problema, es solución, es respiro, es salvación.