Le dicen mujerzuela, ramera,
prostituta sin perdón,
mujer de cinco mil pesos
y a lo lejos suele escuchar...
¡Esa! La barata infeliz.
Despreciable, bandida, retrechera,
escoria del placer, entre murmullos suele escuchar.
Señalada por supuestas cortesanas,
amada por los hombres de tan recatadas damas,
aclamada en gloria y éxtasis por cuatreros, pedigüeños,
gorrones, vividores y abusadores.
Enaltecida por banqueros, comerciantes,
gerentes, y dicen que el alcalde ha pasado por allí.
Hembra que se ha formado con oro entre sus piernas,
plata en sus caderas,
su dorso es todo un camino de perlas sin fin.
Esa de la calle quinta, es ama, señora,
madre tía, matrona.
¡Un cuero forjado de verdadera mujer!
Ha contemplado mas epifanías en noches de dolorosa agonía,
qué aquellas damiselas que ni reembolsando sus encantos
descubren las mieles del verdadero placer
Esa de la calle quinta... Es un monumento de mujer!!
LoreCruz
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2017