Que ganas de extenderme al infinito y volar, de ser una y nada y todo con el viento, el cielo, el aire y el mar.
Que ganas de extenderme abrir los brazos y levitar, virar a un pasado feliz, sonreírte a los 16, mi dulce amor francés, volver más y más tiempo, regresiva para atrás y encontrarme en la espesura de mis tempranos 10, ver la vida implosionarse, volver un tanto más y encontrarme en el abrazo más seguro que jamás podre tener, ver a ellos a sus ojos el amor más puro, más noble y más fuerte.
Si pudiera volver, si lo haría, volaría a tus brazos mama, a tu regazo papa, y nada nada me sacaría de ahí, ni siquiera el tiempo o la gravedad, la eterna lucha de siempre caer, levitar en su amor.
Volvería para columpiarme en la hamaca del jardín, la que dijiste que era peligrosa, pero yo me hamacaba con impulso, como un retoño que apenas emergía y que desbordaba en energías, volvería para tenerte los sábados a la mañana y verte mirar el atardecer mientras tomas tu mate y suspiras por los sueños esos que se te escaparon tan temprano, esos que viste marchitar en la albura de tu juventud, los que cambiaste por pañales. Volvería para jugar con mi chompiras y la chacha, lealtad mascotal.
Volvería cada domingo cuando la nostalgia se me apodera y me asfixia, viajaría a encontrarme con la inocencia de una niña que creía que la historia tenía pocos años, que el mundo recién comenzaba y que la muerte era solo un sueño.
Volvería a ver los ojos de quienes se fueron, mis tíos que ya no están, que extendieron sus alas mucho mas allá del pasado. Volvería para verme sonreír inocente y agradecida.
Volvería para no saber que es el dolor que produce el amor, para olvidarme de esta adulta carencia
VOLVERIA.