Tú eras selva inexplorada,
yo, un volcán latente;
tú pusiste la llama,
yo, el machete hiriente.
Tú eras inmenso mar pacífico,
yo, modesto barco de papel
con un corazón doliente
que no dudó naufragar en él.
Tú eras antes estrella,
ahora, tú eres mi mujer;
de mi cielo, la más bella.